La investigación científica sea del ámbito que fuese es una situación problemática porque nace de la duda, admiración y motivación de encontrar una respuesta o solución, sin embargo, cuando el problema no es presentado por el propio investigador las circunstancias se convierten en tediosas, engorrosas y limitadas principalmente por la falta de interés por llevar un registro (escritura) de algo que simplemente no interesa[1].
Volviendo a la parte romántica donde todos y todos los días hacemos investigación nos recuerda Gregory, a la falta de escritura solo provoca olvido sobre la misma, asimismo no existe antecedente de comparación cuando recibes, encuentras nueva información, limitando al investigador a una perspectiva muy corta la cual no deja ver el problema a profundidad, en conclusión delimitar el problema de investigación, decidir formalizando con ciertas estrategias entre ella el registro, potencializa la investigación para poder establecer una comunicación entre el lector e investigador.
Ahora bien uno de los problemas más comunes de investigador es tener que remar contra corriente, es decir investigar algo que de antemano sabe que va contra su creencia y conocimiento propio, ya que la postura inicial de incredulidad y al mismo tiempo de escepticismo provoca una imparcialidad que es sana, pero si no se puede controlar puede llevar a la investigación a conducirla de un modo que los resultados no sean fiables, esas creencias, costumbre o pareceres, son naturales e intrínsecos de cada investigador, de no reconocerlas o limitarlas pueden provocar una investigación tendenciosa o conducida.
Sin embargo, cuando es al revés y la motivación ha ejercido un vínculo de búsqueda exasperado, extenso, el problema más común es de ordenar, clasificar y priorizar contenidos, puesto que el investigador no sabe cómo publicar, dirigir, comunicar los resultados sin que parezcan cascada en desorden, sin conexiones o relaciones entre la hipótesis, variable, causas y respuestas.
En otras palabras el investigador debe controlar, organizar, administrar las fuentes de información, la misma información, los recursos y las formas de dar a conocer la misma, sin provocar en el lector confusión o atiborramiento, problema que si bien nos ponemos a reflexionar, las personas que gustan de la investigación, la prioridad es la solución problema y no la comunicación de resultados dejando a veces de lado esa situación que se torna discrepante para él mismo.
[1] Booth, Wayne, Gregory Colomb y Joseph Williams, Cap. 1 “El pensamiento en letra impresa”, Cap. 2 “Para comunicarse con su lector”, Cap. 3 “De los temas a las preguntas” y Cap. 4 “De las preguntas a los problemas”, en Booth, et. al. Cómo convertirse en un hábil investigador. Barcelona, Ed. Gedisa, 2008, pp. 17-83.