LA
LAGUNA
Para los Tixtlecos conocida
como el espejo de los Dioses, pero también nombrada de otras maneras, como
laguna negra, laguna de Tixtla, laguna pequeña,
pero pocos se saben el origen místico de su creación, mitos extraños que
solo los antepasados podían comprender, algunos dicen que sus aguas dan vida,
alimentan los magueyes para un mezcal especial, otros dicen que es un elixir de
valentía para quienes se bañan en sus aguas, puesto que brota en él una
vocación de cultura y patriotismo, y de los más actuales, dicen que es un
vértice de comunicación entre tiempos.
Les contaré una de esas
leyendas una que rompe esos momentos de calma y poco conocida.
En aquellos tiempos de la
creación, Quetzalcóatl buscaba un lugar lleno de tranquilidad a donde bañar a
su hijo Huémac, quien lloraba por el agua fría y berreaba si estaba caliente, por
lo que, necesitaba un temple muy especial, así que vago por muchos territorios
desde las Ciénegas del actual Estado de Coahuila, hasta las lagunas azules del
hoy Estado de Chiapas, pero no daba su visto bueno, no estaba satisfecho puesto
que Huémac lloraba.
Por lo que, en uno de sus
recorridos por la Sierra Madre del Sur, escogió un valle, un cajetito escondido
en el centro del actual Estado de Guerrero, ahí la calma y tranquilidad era la
principal característica del lugar, es decir, ahí, podía disfrutar de un baño
especial, en esté hermoso lugar se gozaba de un clima especial, un clima
agradable, estaba perfecto para un buen baño pues el agua siempre mantenía una
temperatura tolerable, no muy fría, no muy caliente, con la novedad que la
laguna era un lugar bello, rodeada de una muralla natural en un costado y en el
otro una rivera de árboles, que permitían a las aves, insectos y pequeños
mamíferos merodear por todo esos espacios.
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