Tenemos una tradición revolucionaria
aun arrastrada por nuestra historia, la podemos observar principalmente en el
proyecto político-democrático.
Una ideología basada en la crítica
del actual “Jefe” (para fines prácticos me referiré al presidente pero abarca, presidentes
municipales, diputados, senadores, locales y federales), de este modo la crítica
sobre el gobierno se enfoca en lo que está mal y no en la continuidad de lo sí
hizo bien.
La misma población ha arrastrado
esa perspectiva, demanda ese lenguaje en los discursos, es lo que se quiere
escuchar, convirtiendo al actual presidente como objetivo general para atacar y
así conseguir la empatía de la sociedad y poder logar obtener su puesto.
¿Estará bien?
Claro que no, pero que quede
claro, es un coste más de la corrupción, porque sabemos TODOS, que sí está mal
el gobierno, que sí están mal nuestros gobernantes, porque se les ha permitido,
tolerado y solapado, esas conductas dañinas a la sociedad y que la misma
sociedad comparte, realiza y promueve con acciones corruptas.
Por lo tanto, el enojo es más
grande que el raciocinio y la democracia se ve afectada porque la elección la
concentran en ese punto ampliamente debatible, intolerable y claro, como condición
humana quieres platicar o escuchar.
Y el gobierno de imagen se enfoca
en la consolidación del siguiente sexenio, trienio.
Históricamente nuestro país, no
ha sabido elegir sus gobernantes desde las filas de los partidos políticos, por
esa misma razón, se termina eligiendo por imagen y no se elige por saber
hacer Gobierno de Estado.
Es decir, la praxis de Gobierno de Estado (Engloba Estado de Derecho, de
Bienestar, Estado Constitucional, Estado Democrático), se reduce al Estado de Imagen,
a un punto de sobrevivencia, vulgarmente “de irla pasando”. Donde la prioridad
no es un proyecto, ni el plan sexenal, ni pensarlo en la trascendencia histórica
de gobierno en turno, es simplemente gobernar para ver si el siguiente candidato
del partido gobernante resulta ganador.
Se trabaja para la permanencia
del partido en el poder.
Como ciudadano común, sé que el próximo
candidato a presidente, senador, diputado, tanto de oposición como de gobierno,
es el que estuvo más cerca en la mayoría de las fotos y la filosofía actual es pensar
en esa persona (por estar mejor posicionado en imagen) como el bueno para ganar
en la siguiente elección.
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