La Personalidad de Justo Sierra Méndez
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Notable
inteligencia social, apegada a derecho y a la leyes de su tiempo, el cual lo convirtió
en un justo y ferviente defensor del derecho y valor de la constitución desde
su accionar, tenía gran influencia en las políticas educativas por su capacidad
y dedicación, uno de los ministros mejores preparados, más trascendentes y con
mayor impacto gubernamental, se considera como maestro, pedagogo, historiador, periodista,
filósofo, escritor, poeta, orador.
Discípulo
del tixtleco Ignacio Manuel Altamirano y con gran influencia de Manuel Acuña,
Guillermo Prieto, por ello se le reconoce como un escritor y poeta eminente, abogado
desde 1871, ocupó cargos importantes en el poder judicial, por ejemplo, el de
ministro de la suprema corte de justicia, sin embargo, pasa a la historia de
México y de América Latina como un gran pedagogo y maestro, por su interés y filosofía
educativa, la cual se centra en:
Mayor accesibilidad
a la cultura y a la ciencia, preocupación constante por la creación de universidades
o nivel superior de enseñanza, entre ellos la creación de la Universidad
Nacional de México, le preocupaba la educación básica, sin embargo, bajo el régimen
dictatorial de Porfirio Díaz poco se pudo hacer, por lo que, centro sus
esfuerzos en la educación superior, buscando la llamada Alama Nacional e inspirando
al “Ateneo de la Juventud” que a la postre buscarían una autonomía en la instrucción
pública y consolidándose hasta 1945 con la Ley Orgánica.
Defensor
de la escuela laica en todo carácter, gracias a su trayecto formativo
positivista y su influencia en actores pasados como Gabino Barreda, asimismo
promotor y precursor del método científico, investigación y cuestionamiento como
filosofía[1]
[1]
Algunas ideas extraídas del texto “Justo Sierra y la Obra Educativa del
Porfiriato”, Fernando Solana, 1901-1910, 1982.
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